Se han cumplido 50 años de la firma Pedro del Hierro. Su fundador apasionado de la pintura y la moda, defensor del prêt-a-porter rompió barreras de la industria textil en España y su legado permanece en su firma.

«De un creador de moda lo que interesa es su obra, no él. Pienso que es mucho más interesante ver mi ropa que verme a mí, que se hace un poco más aburrido» dijo Pedro del Hierro en una entrevista en 1992. Llevándole la contraria, en las siguientes líneas no voy a destacar exclusivamente sus diseños, sino que voy a intentar hacer un pequeño retrato de él como creador y persona recopilando algunas de sus declaraciones públicas y analizando parte de la exposición del 50 aniversario de su firma.
Comienzos y la Cámara de la Moda española
PdH no son solo tres siglas o un logotipo, representa mucho más, es la huella y el legado de un hombre que revolucionó la industria de la moda en España. Pedro del Hierro nació en Madrid el 3 de octubre de 1948. Creció rodeado de arte y se impregno de él desde niño. Su padre Pedro Mozos, un pintor que destacó por su esfuerzo de reconciliar la tradición clásica con su propia interpretación personal del arte. Desafiaba tanto el naturalismo académico como las tendencias vanguardistas y figurativas de su época. Considerado difícil de comprender por críticos y colegas, su independencia y la naturaleza exclusiva de su obra le otorgaron un estatus especial en el mundo del arte, aunque su verdadero valor ha sido reconocido solo con el tiempo y una apreciación más profunda de su habilidad para sintetizar tradición y modernidad en sus creaciones. Fue catedrático de dibujo en Academia de Bellas Artes de San Fernando y en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, hasta su fallecimiento. Algunas de sus obras se encuentran expuestas en el Museo Reina Sofía de Madrid. Es muy probable que Pedro del Hierro para distinguirse de su padre optase por llevar en primer lugar su apellido materno.
“Desde muy niño devoraba revistas de moda. Mi padre, me enseñaba a dibujar, y yo alternaba los ejercicios académicos con dibujos de figurines. Creo que desde que recuerdo quise hacer moda. Tendría quince o dieciséis años cuando ya creaba modelos para mis primas y amigas y me relacionaba con las modistas porque mis dibujos acababan haciéndose realidad. En cualquier caso, yo seguí con mis estudios, y me apasionaba tanto la psiquiatría que me matriculé en Medicina, pero pronto la abandoné para meterme de lleno en el mundo de la moda. Yo no lo veía como un proceso artesanal sino como algo artístico y como el reflejo de lo social, porque a través de la moda llegas a la Historia. Es uno de los reflejos del vivir y del pensar de una sociedad, y yo siempre quise hacer algo, que, con modestia, pasara a formar parte de esa Historia” declaró el diseñador a la revista ¡HOLA! en 2011. Lo ha conseguido, Pedro del Hierro no solo forma parte de la historia de la moda de España sino que sus diseños forman parte de la Historia de una sociedad y de varias décadas. Alcanzar este privilegio no es fortuito, del Hierro persiguió su pasión, marcó diversos hitos a lo largo de su carrera profesional porque entendió la parte más de ‘poética’ de la moda y la parte más práctica, de negocio.
En 1971 abrió su primer taller y en 1974 presentó su primera colección en un desfile donde la crítica y la prensa lo calificó como promesa de la moda española, demostró su maestría de forma precoz. Dos años después, se convirtió en el último creador español y el más joven – con 28 años – en ingresar en Cámara de la Moda española, recibiendo el título de Maestro y entrando a formar parte de un colectivo de grandes nombres como Pedro Rodríguez, Manuel Pertegaz, Asunción Bastida, Santa Eulalia, El Dique Flotante o Elio Berhanyer. Esta organización de la ‘alta costura’ fue fundada en 1940 Rodríguez y varias empresas textiles para dotar de un mayor reconocimiento y apoyo a la costura española. Pero como señala Rosa Pereda en su crónica Pedro del Hierro: la pregunta barroca (2011) –como homenaje al diseñador en su exposición del 2011 en el Museo del Traje de Madrid–»Pedro del Hierro ya sabe que la alta costura si bien satisface sus posibilidades creadoras como artista, no resuelve la contradicción del medio: Hay que hacer series cortas, dirigidas a las clases cultas y acomodadas del estado del bienestar. Y para eso, hace falta una industria detrás. Hacer nacer ese nuevo concepto fue el intento de muchos, y el fruto de unas políticas de apoyo y sustento, pero eso no ocurriría hasta los ochenta, con los planes de intangibles y el lanzamiento de la marca Moda de España».

En los años 80 la ‘alta costura’ en España era más una reliquia del pasado, aquellos diseñadores españoles que vivieron su auge estaban presenciando su declive. Pedro del Hierro fue de los pocos creadores que se encontraba entre dos aguas: se había educado en el savoir–faire de los talleres y la exclusividad de lo hecho a mano, pero tenía una visión de adaptación de su negocio a los tiempos, sus clientas y sus necesidades. En la exposición que conmemora el 50 aniversario de la firma he podido leer fragmentos de un reportaje titulado ¿Industria o frivolidad?. Pedro del Hierro declaraba que es necesario un nuevo concepto de ‘alta costura’, «que no consiste en vestir a las señoras ‘de domingo’, ni en armarlas con géneros rígidos y estáticos». También añade que para poder potenciarla «la Cámara de la Moda debía de ser más abierta de lo que es y contar con personal mucho más especializado. Por otra parte, cada creador debe superarse para tratar de hacer una moda más internacional, no para andar por casa. La Cámara debería, entonces, agrupar esta costura renovada, fomentarla y lanzarla internacionalmente».
La convivencia de la alta costura y prêt-à-porter
En 1959, Pierre Cardin fue el primer diseñador de alta costura en lanzar una colección de prêt-à-porter en los grandes almacenes Printemps de París – a finales de los años 90, Cardin tenía alrededor de 900 licencias en más de 140 países – y Ralph Lauren en Estados Unidos fue el primero en tener su tienda en los grandes almacenes de Bloomingdale’s en 1969. El turno de Pedro del Hierro llegó en 1981, fue el primer diseñador español con boutique propia en unos grandes almacenes: El Corte Inglés , y también el primero en diversificar sus productos en España. Además de lanzar una colección de indumentaria para mujer y hombre, creó diferentes líneas de complementos con su insignia. Esta estratégica alianza amplió su alcance dentro del mercado español y validó su creencia en el pret-à-porter como el futuro de la moda. Esta primera colaboración duró hasta finales del año 1986.

Del Hierro, fiel a su visión, inicio primero una andadura con dos industrias gallegas y después, en 1988 junto a dos fabricas levantinas – su línea masculina pasó por las manos del grupo valenciano FEYCU–. En este mismo período, amplió sus colecciones a la moda masculina. que fue esencial en la posterior proyección de la firma y consolidó así su proyecto como sinónimo de calidad, innovación y accesibilidad. Sin abandonar estas máximas lanzó una segunda línea: Habito, con prendas de calle. un prêt-à-porter de tirada amplia con buenas calidades y acabados de venta en boutiques.
El Grupo Cortefiel – actualmente Tendam – fue su aliado definitivo, firmando primero un contrato de producción y distribución en 1990, y afianzó su alianza en 1999 con la venta de su firma. Este movimiento estratégico reflejaba las tendencias en la industria observadas en Francia con las casas de moda y los conglomerados del lujo. En el país vecino, que una firma de moda sobreviviese a su creador era algo normal–Dior, Chanel, Saint Laurent o Balmain,–, pero en España era algo extraordinario. Algo que siempre detestó Cristóbal Balenciaga, el prêt-à-porter le hizo retirarse y manifestó que una firma debe morir cuando su creador desaparece – finalmente no se cumplió con su deseo porque Balenciaga continua en la industria de la moda pero de una forma radicalmente distinta a sus comienzos, con Demna Gvasalia– .
En el universo de Pedro del Hierro conviven dos mundos, el de la alta costura y el prêt-à-porter. Como dijo el diseñador en una entrevista en 1984, «el prêt-a-porter es para una mujer que anda mucho por la calle, va a su trabajo y tiene que hacer muchas cosas. El mundo de la alta costura está más dentro del arte, de la exclusividad, en el que no se tiene en cuenta la funcionalidad de estos modelos. Es decir, lo que más cuenta es la creatividad, independientemente de su validez, es para aquella mujer que quiere encontrar arte». Del Hierro era defensor de que la moda debía llegar al mayor segmento posible y renovarse. En 1986 declaró que en España la moda no había llegado a su plenitud, «el diseño en España está en apogeo. Cada uno de nosotros, los diseñadores españoles somos igual de buenos que el resto de los europeos. En lo que indudablemente nos diferenciamos es en que no tenemos los mismos medios de expresión, es decir, no tenemos una industria que nos apoye ni unos grandes empresarios por detrás».
La búsqueda de la belleza

«He entregado toda mi vida a la moda, he tenido la suerte de vestir a personas bellísimas, sabiendo siempre que la belleza no es cuestión ni altura ni de medida, sino de una forma de ser, de saber mostrarse a los demás», dijo el diseñador en un discurso de agradecimiento en 2011 cuando se jubiló.
La idea embellecer todo aquello que le rodeaba ha sido un leitmotiv en sus numerosas creaciones. Pero no era esa belleza clásica a la que muchos diseñadores como Balenciaga, Dior o Pertegaz tenían acostumbrados a la industria de la moda. Esa belleza tan especial que transmitía del Hierro a todo aquello que tocaba la describe Rosa Pereda a la perfección – en su crónica anteriormente mencionado Pedro del Hierro: la pregunta barroca (2011)–: «convulsa, dionisíaca, contradictoria, barroca. Porque Pedro del Hierro es un barroco, en el sentido más duro de la palabra. No se entienda por barroco el estilo recargado, entiéndase más bien el juego de metáforas que se pregunta por la verdad del cuerpo, por la verdad del adorno, y que ciñe ambas en el mismo vestido, poniéndolas a negarse mutuamente, en un juego de espejos interrogativos. Escribí alguna vez que el especial gusto por la asimetría es, en Pedro del Hierro, una constante estructural especialmente significativa. Esos vestidos en los que la tela se reparte desigualmente. Esos otros, que juegan con la estructura y la desestructura de lado a lado. Esos que visten y desvisten por mitades, para mí tienen un sentido que alguna vez llamé trágico. Lo que el ha llamado la estética del defecto. Educado en los cánones clásicos, la asimetría constitucional tiende a romperlos y los rompe, planteando siempre una inquietante pregunta que se dirige a la verdad, a lo verdadero, a la verdad del cuerpo y a la verdad del traje. A la duda. A la negación de esa identidad platónica entre verdad, bondad y belleza… como imposibles. Y eso es la modernidad. Y esa manera de leerla es la que hace la personalidad fortísima de Pedro del Hierro, la identidad propia y perfectamente reconocible que se descubre en sus creaciones propias y que se mantendrá en las de su firma».
Pedro del Hierro reflejaba su dominio del color en sus diseños, combinaciones atrevidas y diversas texturas, seguramente concebidas gracias a su inspiración, destreza y apreciación por la pintura. «Mi vocación por el arte como pintor o dibujante, también viene de obras que he coleccionado de artistas españoles contemporáneos: Navarro Baldeweg, Antón Patiño, Guillermo Pérez Villalta o Dis Berlín, entre otros» le comentó en una entrevista en 2011 a Jesús María Montes-Fernández . Del Hierro recibió al periodista y al equipo de Monográficos de TVE en su casa donde se puede apreciar arte en cada rincón de su hogar. El diseñador comentó que se volcó mucho en la pintura, «he retomado mi faceta como pintor, es decir, desde pequeño me traía el arte porque mi padre era catedrático de Bellas Artes y lo estudié con él. Era la profesión que se veía más adecuada para mí. Sin embargo, yo por mi rebeldía juvenil prefería más la moda que verdaderamente era mi pasión». Pintaba figuras humanas, desnudos tanto de mujer como de hombre. Aunque tenía ojo y mano para la pintura parece que le daba cierto reparo mostrar estas creaciones , nunca realizo una exposición pública o vendió sus cuadros.
No es de extrañar que debido a su hedonismo y búsqueda por la belleza, Pedro del Hierro se enamorase del artista cubano: Diego Santos Vivero. Se conocieron gracias a Roger Salas – periodista especializado en moda y crítico de danza del periódico El País – . Desde 1995, Santos fue su pareja y colaborador, el artista ha sido responsable de salvaguardar el legado de Pedro del Hierro y ha colaborado en la exposición más reciente sobre el diseñador: Pedro del Hierro. Del maestro a la marca.
Por problemas de salud, Pedro del Hierro tuvo que apartarse un poco de su profesión, delegando gran parte del trabajo de su firma al grupo Tendam. Esto le permitió disfrutar más de la pintura y del dibujo, y cuidar de su delicada salud. Le operaron de dos válvulas del corazón en dos ocasiones, y pasó por una operación más complicada de corazón. «Joven seguiré siendo siempre, quiero morirme joven y ojalá lo consiga» afirmó Pedro del Hierro. Esto puede interpretarse como una expresión de su profunda conexión con la belleza, la creatividad y la vitalidad. Un deseo de conectar con la frescura, la innovación y la pasión que caracteriza a una mente joven. En 2015, tras sufrir durante años de dolencias cardíacas, falleció a los 66 años en Madrid.
Un legado, el 50 aniversario de su marca
Pedro del Hierro siempre fue muy discreto con su vida privada, quería que se hablase de su moda no de él. De momento ningún autor ha escrito ningún libro biográfico sobre él, no sería de extrañar que tarde o temprano saliese a la luz alguna obra que le retratase más aún que las líneas de este artículo.
La firma que trajo al mundo cumple medio siglo y dos de sus principales guardianes son los dos directores creativos actuales: Nacho Aguayo y Alex Miralles. Ellos recrean el espíritu creativo e innovador del maestro y encuentran el equilibrio entre esta herencia y su visión de la mujer y el hombre Pedro del Hierro.
La exposición: Pedro del Hierro. Del maestro a la marca

Desde el 11 de septiembre hasta el 3 de noviembre el Museo Lázaro Galdiano acoge una exposición dedicada a los 50 años de la firma Pedro del Hierro. Comisariada por Laura Cerrato (Sybilla: El hilo invisible, 2022) rinde homenaje al trabajo de este diseñador. Una selección de piezas textiles, imágenes, vídeos y otros soportes recupera su legado al tiempo que ahonda en una figura tan célebre como desconocida en su profundidad. La banda sonora de esta exposición esta formada por canciones de Leonard Cohen, Caetano Veloso, Maria Callas o Grace Jones, voces de las que Pedro del Hierro era un fan absoluto.
La exposición es una pequeña muestra que comienza desde sus inicios como creador y se adentra en su visión pionera de vincularse con socios comerciales para acercar sus prendas a todos los rincones de España. Desde el nacimiento de la firma la teatralidad de sus diseños en pasarela –marcados por un uso exquisito de las asimetrías y constantes referencias al arte– ha convivido con una adaptación consciente y racional de las prendas que terminaban en sus múltiples espacios de venta.
La exposición ha sido posible gracias a la colaboración de diferentes instituciones y particulares que han cedido prendas y documentos de las diferentes etapas creativas de Pedro del Hierro, desde sus primeras creaciones a su consagración como marca. La muestra está conformada, por un lado, por parte del archivo privado de Pedro del Hierro, propiedad de Diego Santos Vivero, cuya documentación ofrece al visitante un material prácticamente inédito. Por otro lado, se exhibirán prendas del Museo del Traje de Madrid, del Archivo Tendam, de la Colección Alventosa Talamantes y de otras colecciones particulares que atesoran piezas originales de Pedro del Hierro.
Pedro del Hierro. Del maestro a la marca es también una mirada retrospectiva a un creador apasionante y una celebración de la relevancia actual de la firma que lleva su nombre. Prueba de ello es el reconocimiento que la Academia de la Moda Española otorgó el jueves 13 de junio a la firma, entregándole el Premio de Honor en el marco de la 1ª edición de los Premios Academia de la Moda Española.
“El traje no es nada sin la persona que lo lleva. Una forma de expresarse. Indudablemente, lo que refleja es la forma de ser de la persona que lo viste”. Estas palabras de Pedro del Hierro, correspondientes a una entrevista concedida en 1995, demuestran la evolución de un creador marcado por una astuta comprensión de la anatomía humana, la arquitectura del color y una gran habilidad para la elección e intervención de tejidos.
(algunos fragmentos de este último apartado están obtenidos de la página web oficial del Museo Lázaro Galdiano).

