Mi primera boda francesa: ayuntamiento, catedral y château (y mucho amor)

El enlace de Claire & Maurice en Senlis. Una ceremonia en el ayuntamiento y en una catedral del siglo XII seguida de una celebración en un château durante dos días.

Collage de la boda de Claire y Maurice.©leFlâneur Magazine

Claire conoció a Maurice en la ciudad de Lille —al norte de Francia, pegada a la frontera con Bélgica—. Ella trabajaba en una empresa de marketing y un día le presentaron a su nuevo compañero. Era Maurice, un chico joven —aunque unos pocos años mayor que Claire—, alto, un poco tímido y llevaba gafas como ella. “Me encargaba de organizar eventos para los equipos de la empresa. Fue amor a primera vista durante un evento en el verano de 2018” me confesó Claire.

Enamorarse en el trabajo parece una tradición familiar. Sus abuelos y sus padres se conocieron en el ámbito laboral. También empezaron como compañeros, luego amigos y novios. Tras cinco años de noviazgo, Claire y Maurice tuvieron ‘la conversación’. “A finales de 2023 estábamos cenando en un restaurante muy bonito en el pueblo de Cassel. Empezamos a hablar de nuestros planes juntos y hablamos muy seriamente sobre el matrimonio. Fue una conversación natural” me comentó Claire.

Hace dos años Claire hizo sola el Camino de Santiago e hizo una parada en Madrid para vernos. Me contó la buena noticia , ¡se casaba!. Acudir a esta boda me hacía especial ilusión porque era la primera vez que una amiga se casaba, recibía una invitación personal y tenía que planear un viaje a París. Casi un año antes de la boda, la recibí en mi buzón y su diseño me pareció que captaba perfectamente la esencia de ambos. La hermana de Maurice se encargó de crearla y en su interior añadió una ruta ilustrada con un horario de las paradas que realizarían la pareja el 9 de mayo de 2025. Estaba repleta de detalles, uno de ellos me llamó la atención: el oso y el madroño. Un guiño a Madrid, donde Claire hizo su erasmus. Inciso con flashback: nos conocimos un jueves de 2017 en un club internacional que organizaban diferentes universidades en la quinta planta de un edificio de Plaza de España. Según entrabas había una mesa con una hoja donde firmabas tu asistencia y dependiendo del idioma que hablases, elegías unas pegatinas determinadas con banderas de diferentes países. Como estudiante ganabas créditos, practicabas uno o varios idiomas y conocías a gente de diversos lugares del mundo. En cuanto vi la bandera de Francia me acerque a hablar con ella. Era ‘muy francesa’: es un tópico, muy alta, delgada, de tez clara, con una cara muy fina y un saber estar admirable. Desde ese momento, quedábamos de vez en cuando para hablar en español y francés. Descubrí que tenía un apellido español, le encantaba el jamón ibérico, era de una pequeña ciudad cercana a París, estudiaba en Lille, era fan del grupo Dvicio, su crush era Andrés Koi y me decía que los españoles eran muy guapos pero poco abiertos a conocer a personas fuera de sus círculos de amistades. Me parecía una chica muy madura, independiente, responsable y natural, sobre todo, buena persona. Gracias a ella probé por primera vez un marron glacé (en francés, «castaña glaseada»), un dulce tradicional elaborado a partir de castañas confitadas en almíbar.

Claire volvió a Francia y nuestra amistad continuaba por whatsapp o mediante alguna videollamada. También volvió de visita en otras ocasiones, como con su mejor amiga de la infancia, Beatrice y con Marie que también hizo en Madrid el erasmus. Muy ilusionada me contó que había conocido a un chico con el que había empezado a salir. Pasaron los meses y vinieron a Madrid, me lo presentó. Les llevé a comer a la Giralda—un restaurante bastante andaluz—, fui su guía turística, aprendí la palabra bâtiment —edificio en francés—porque no paraba de repetirla en mi discurso, subimos a la azotea del Ayuntamiento para que admirasen las vistas de la ciudad. Maurice me pareció el match perfecto para Claire, les veía muy cómplices, cariñosos y felices. Otro año volvieron con más amigos, incluido el hermano de Claire y me invitaron a la casa donde se hospedaban, cenamos, bailamos y cantamos en un karaoke.

Los recién casados en las calles de Senlis ©Bruno Cohen

Dos días de mucho amor

Por fin llegó el día, ¡suenan campanas de boda!

Primera parada: Ayuntamiento de Senlis. Los novios llegaron juntos de la manola mairieel ayuntamiento-. En Francia, el matrimonio civil es el único legalmente reconocido, debido a la estricta separación entre Iglesia y Estado establecida por la ley de 1905. Esta laicidad obliga a todas las parejas, independientemente de sus creencias, a casarse primero por lo civil para que su unión tenga validez jurídica. A diferencia de España, donde tanto el matrimonio civil como el religioso pueden tener validez legal si se inscriben en el Registro Civil.

La ceremonia fue oficiada por una representante autorizada del ayuntamiento ante un retrato del presidente de Francia, Emmanuel Macron, la bandera de Francia y de la ciudad de Senlis. Los novios responden a una serie de preguntas para demostrar su compromiso mutuo. Como ¿Prometen apoyarse en las dificultades y alegrías de la vida?», “¿Acepta los derechos y deberes del matrimonio tal como los define el Código Civil?», “¿Desean construir juntos una vida basada en el respeto, la fidelidad y la solidaridad?» o «¿Prometen criar a sus hijos en un ambiente estable y lleno de amor?».

Segunda parada: Catedral de Notre Dame. La ceremonia religiosa tuvo lugar en una iglesia del siglo XII, una joya excepcional del arte gótico que destaca por su impresionante arquitectura y su rica historia. Maurice entró primero con su madre y Claire se dirigió al altar del brazo de su padre, emocionada y sin poder apartar su mirada de amor hacia Maurice acompañada del tema The Shire de la banda sonora de El Señor de los Anillos. Los invitados cantamos diferentes canciones gracias a un pequeño libreto con las letras del repertorio elegido por los novios. La pareja recién casada celebró su salida de la iglesia con pompas de jabón y vítores de los invitados mientras sonaba Viva la vida de Coldplay.

Tercera parada: Château de la Tour. El coctel y la cena tuvo lugar en el Château de la Tour. Claire celebró aquí su cumpleaños y se enamoró del espacio. Situado en Chantilly, a 35 km al norte de París, se encuentra en un entorno verde, en el corazón de un parque de 8 hectáreas. Una elegante mansión de principios del siglo XX con 47 habitaciones, un restaurante, una terraza con vistas al parque y una piscina exterior climatizada.

Durante el coctel nos hicieron fotos junto a la pareja recién casada y hablé en mi francés B2 un poco oxidado con algunos invitados. Algunos rápidamente me reconocieron como la amiga española por llevar un mantón de manila. Organizaron un juego que consistía en adivinar un código secreto de un candado para poder abrir una jaula donde se encontraba encerrado un ramo de flores como el de Claire.

Cenamos un menú exquisito y de postre sirvieron 3 tartas buenísimas —una de chocolate, otra de hojaldre y otra de fruta de la pasión—. Jugamos a unos quizzes para descubrir qué mesa conocía mejor a la pareja y presentaron una canción super pegadiza que compusieron para los novios. Después, Claire y Maurice bailaron un vals y otra coreografía más desenfadada, los invitados nos unimos al baile. No pudo faltar La Macarena, YMCA y Danza Kuduro.

Todos los detalles de la boda de Claire y Maurice

“Para escoger mi vestido, acudí a una tienda muy conocida en Lille: Olivier Sinic. Mis padres y mi mejor amiga me acompañaron. Había visto dos o tres modelos que me gustaban en su página web , se los mostré al llegar y me probé varios, incluido el vestido que finalmente elegí. Era el 21 de junio de 2024”. “Más tarde, en diciembre, volví con la madre de Maurice y sus hermanas para los retoques. Era la primera vez que me veían con el vestido” me contó Claire. De hecho, una vez ya había tomado la decisión meses me preguntó si quería que me enviase una foto del vestido. ¡Le dije que ni de broma! Quería que fuese sorpresa para verla en persona con su vestido el día de su boda.

1/10 Claire llevó un vestido ligero en georgette de Rosa Clará . Tiene un escote barco, y espalda en V adornada en guipur. Con manga corta, adorno en cintura y sobrecola extraíble .

2/10 El cabello lo llevo en un recogido en moño con trenzas y unas flores, con un velo semitransparente de Monsel Figueras. Como accesorio llevó un colgante dorado muy fino con una perla en la parte de delante del cuello y otra en la espalda junto a una pulsera a juego. Su maquillaje fue de tonos sutiles, muy natural. “Mi prima, que es esteticista, me maquilló. Hice varias pruebas en su salón de belleza” me contó la novia.

3/10 Maurice llevó un traje a medida de Samson . Con americana, chaqué y una camisa blanca. Lo acompaño con unas flores a juego con el ramo de la novia. “Fui con Maurice a todas las citas de su traje. En la última, cuando le vi salir del probador con el traje terminado, me emocioné mucho” me dijo Claire.

4/10 Maurice llevo unos gemelos de oro que pertenecieron a su abuelo y una pajarita con estampados de motivos florales azules.

5/10 El ramo de novia, eran de flores secas y estabilizadas. Las creaciones fueron realizadas por Camille (la hermana de Maurice), que es florista profesional y recientemente ha lanzado su propio negocio. “Las flores secas son sostenibles (desde el punto de vista ecológico) y eternas” me dijo Claire.

6/10 Los niños que asistieron a la boda también llevaron flores secas; en forma de corona y de ramo.

7/10 Las alianzas tienen una historia y un significado muy especial para los novios. “Nos las entregaron mis abuelos maternos durante la celebración del 90 cumpleaños de mi abuelo, el 15 de agosto de 2024. Ambos sabían que no tendrían fuerzas para estar presentes el día de la boda. Fue su forma de estar a nuestro lado. Mi abuelo falleció un domingo de noviembre y mi abuela lo siguió unas horas después…su corazón no pudo soportarlo. Pudimos celebrar un funeral para los dos, conmemorando su amor” me comentó con mucha emoción Claire.

8/10 El coctel en el Château de la Tour.

©Bruno Cohen

9/10 Para la organización de las mesas de los invitados contaron con postales ilustradas por Marcel de diferentes ciudades que tienen una historia para los novios.

10/10 Al día siguiente, disfrutamos de un desayuno y un buffet, junto a la piscina. Los más atrevidos se dieron un chapuzón.

Fueron dos días inolvidables llenos de amor, con personas maravillosas y dos familias unidas en una.

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