Una estrella fugaz: Françoise Dorléac, la actriz y hermana de Catherine Deneuve
Trabajó con grandes nombres del cine: Truffaut la apodó «Framboise», Polanski detestaba a su chihuahua y bailó con Gene Kelly. Un icono del cine francés de los 60 que nos dejo demasiado pronto.

Descubrí a Françoise Dorléac de casualidad, leyendo la biografía de Catherine Deneuve —en Wikipedia, lo confieso— sin imaginar que detrás de esta actriz francesa emblemática había una hermana mayor, tan talentosa como enigmática. Me sorprendió averiguar que fue Françoise quien inspiró a Catherine a seguir sus pasos en la actuación. Pero me impactó especialmente que falleció trágicamente con 25 años en un accidente de coche. No pude evitar buscar más información sobre ella: entrevistas, fotos, películas…Me atrapó su elegancia, su forma de mirar —casi siempre enmarcada por un trazo de eyeliner que ella misma se dibujaba—, su sonrisa y su mezcla de vulnerabilidad y seguridad.
Vi una entrevista que le hicieron con solo 17 años, una prueba audiovisual en blanco y negro que deja constancia de la pasión que sentía Dorléac por su profesión. Una chica sentada en un banco de un parque de París, con las manos en los bolsillos de una gabardina de cuadros, mostraba una gran madurez y claridad en sus respuestas. «Al principio, mi madre creía que quería dedicarme a esto solo para divertirme o ser una gran estrella de cine. Pero lo que realmente quiero es convertirme en una muy buena actriz y trabajar». Consiguió más de lo que deseaba, ya que en siete años rodó 20 películas y se convirtió en uno de los iconos del cine francés de los años 60. Por desgracia, su carrera fue demasiado fugaz.
En una mañana de verano de 1967, Françoise estaba con una amiga en la Playa de Tahití de Saint-Tropez. La actriz le dijo a su amiga que tenía que coger un vuelo y el tiempo se le estaba echando encima. Condujo por la A8 un Renault 10 alquilado para llegar al aeropuerto de Niza, desde donde viajaría a París y cogería otro vuelo a Londres para acudir al estreno en inglés de su última película, Les Demoiselles de Rochefort (traducido como Las señoritas de Rochefort) , rodar las últimas escenas de la película Billion Dollar Brain (traducido como Un cerebro de un billón de dólares) de Ken Russel junto a Michael Caine y asistir a unas pruebas de casting. A menos de quince kilómetros del aeropuerto, tras un aguacero, la calzada estaba resbaladiza. Françoise vio en el último momento la salida 47 hacia Villeneuve-Loubet, que dirigía al aeropuerto. Giro hacia esa dirección, el coche derrapó sobre la calzada mojada y golpeó fuertemente un poste de señalización de hormigón. Sus planes y sueños se truncaron, el coche se prendió en llamas…no logró sobrevivir. Sus restos fueron autentificados a partir de fragmentos de su diario y de su permiso de conducir encontrados entre los restos del vehículo incendiado. Este 26 de junio se cumplen cincuenta y ocho años de su muerte.
Primeros pasos
Françoise Dorléac nació el 21 de marzo de 1942 en el Hospital General de París. Era la segunda hija de los actores Maurice Dorléac, director de doblaje en Paramount a las afueras de París y Renée Deneuve, actriz de teatro y de doblaje – murió en 2021 con 109 años– . Antes que ella había nacido Danielle (1936)– fruto de una relación anterior de su madre con el actor Aimé Clariond – , y después llegaron Catherine (1943) y Sylvie (1946). Tan pronto como el cine sonoro estadounidense aterrizó en Francia, Renée se lanzó a la nueva profesión de doblaje. La actriz de teatro se estableció rápidamente como la voz francesa de los grandes nombres de Hollywood . Dobló a Judy Garland en El mago de Oz, pero también a Olivia de Havilland, Donna Reed, Esther Williams, Sylvia Sidney y Jeanne Crain. Incluso fue la voz de Winona Ryder en algunas escenas de Eduardo Manostijeras.

Françoise dio sus primeros pasos en el mundo de la actuación junto a su padre, prestando su voz al personaje de Elsbeth Sigmund en la película Heidi (1952). Durante la adolescencia, brotó su rebeldía y a la edad de 15 años la expulsaron del liceo. Sin embargo, esto no detuvo su determinación para aprender y ambición por crecer, continuó su formación artística en el Conservatorio de Arte Dramático de París. Como contaba en algunas entrevistas, fue descubierta por un fotógrafo que le propuso posar para unas fotos de moda; esas imágenes llegaron a manos de un productor que no tardó en ofrecerle un pequeño papel cinematográfico . Françoise hizo su debut en la pantalla en 1959 en Les Loups dans la bergerie (traducida como Lobos en el rebaño) y su primer papel en el teatro fue Gigi, una adaptación de la novela de Colette – esta obra, se estrenó en inglés en Nueva York el 24 de noviembre de 1951, con Audrey Hepburn como protagonista– . Paralelamente, ejercía como modelo, para Christian Dior.


El salto a la gran pantalla
En los años siguientes Françoise Dorléac actuó en Tout l’or du monde (traducido como Todo el oro del mundo’) (1961) de René Clair y en Les portes claquent (traducido como El golpe de las puertas) de Michel Fermaud. También trabajó en Arsen Lupin vs Arsen Lupin (1962) de Eduard Molinaro y la comedia de La gamberge junto a Jean-Pierre Cassel. Pero su carrera en el cine despegó en 1964, compartió pantalla con Jean-Paul Belmondo en L’homme de Rio (traducida como El hombre de Río), dirigida por Philippe De Broca, una de las películas de la reciente nouvelle vague– la he visto recientemente y la recomiendo encarecidamente. Es una mezcla de aventura, misterio y comedia junto a escenas de acción que realizaba el mismo Belmondo, podríamos considerarle el Tom Cruise del cine francés– . En ese mismo año, estrenó en el Festival de Cannes el drama romántico de François Truffaut , La peau douce (traducida como La piel suave). Aunque su primera proyección no fue bien recibida por la crítica, sí funcionó como un escaparate internacional para Françoise Dorléac y marcó un punto de inflexión en su carrera. Empezó a recibir ofertas de producciones fuera de Francia, como Genghis Khan (1965) donde interpretó a Bortei , la mujer de Omar Sharif y Where the spies are (1965) (traducida como Donde están los espías) como doble agente junto al gentleman inglés David Niven.



En 1966 Roman Polanski estaba en Londres y buscaba a una actriz que interpretará al personaje de Teresa para su film Cul de Sac (traducido como Callejón sin salida). Un productor le sugirió el nombre de Françoise Dorléac que en ese momento se encontraba en la capital británica y era la hermana de Catherine Deneuve, con quien ya había trabajado en Repulsion el año anterior. Polanski quedó con Dorléac, le gustó y le dio el papel. En el documental Françoise Dorléac, une promesse (2018), Polanski habló de cómo fue su experiencia trabajando con ella y comparte algunos sucesos del rodaje. «Con Françoise no tenía ningún problema. El problema surgió con Lionel Stander. Había una escena, que recuerdo muy bien, en la que él la azota con su cinturón. Como no teníamos muchos medios, grabamos en el suelo de piedras de un antiguo castillo. Él tenía que sentarse a horcajadas encima de ella y la pegaba de verdad mientras ella se luchaba y gritaba, lo que provocó que se hiciese heridas en las rodillas. Le hizo realmente daño, le dio una o dos veces con la hebilla del cinturón. Se levantaba y la insultaba. El equipo se tomó muy mal todo esto, él lo sentía mucho y se disculpó. A pesar de esto, hubo un cambio en la relación de Linel con el equipo» comentaba el director de cine. Es el reflejo de una época del cine en la que el realismo se priorizaba por encima del bienestar de los actores– especialmente las actrices lo sufrían más– . Escenas violentas se filmaban sin las medidas de seguridad actuales, y el abuso físico podía ser justificado como parte del proceso artístico. Si algo así ocurriera hoy, habría consecuencias inmediatas: la intervención de coordinadores de intimidad, la suspensión del rodaje, sanciones laborales y una fuerte reacción pública en el marco de un entorno más consciente de la ética profesional y la dignidad humana.
Pero este no fue el único percance que ocurrió durante el rodaje en Holy Island. Polanski relata otra anécdota que puso en peligro la integridad física de Dorléac: «estábamos cerca del final de la película y como nos pasamos del plazo previsto por culpa del mal tiempo buscaba la manera de terminar, sobre todo esta escena, que era muy larga, en la que vemos por primera vez a los personajes. Françoise tenía que ir a nadar lejos, la playa era muy llana y muy ancha. En un momento dado teníamos que verla volver, tenía que salir del agua desnuda. Alguien del equipo se me acercó y me susurró que Françoise se había desmayado. Respondí, ‘¡haced algo para que se sienta mejor!’, sólo tenía una cosa en mente: terminar la toma. Fue buenísima, la mejor. Un poco más tarde vi que la llevaban en brazos, así que el rodaje había terminado. De repente, todo el equipo se rebeló contra mí como si fuese un verdugo». En el mismo documental, Catherine Deneuve cuenta que Françoise le dijo que pensaba que en esa escena se moría de frío, rodaron en una época en la que la temperatura era muy baja y aún más en el mar. En una entrevista le preguntaron a Dorléac sobre su opinión sobre Polanski como director. Ella respondió con sinceridad, «es muy, muy duro y muy difícil. Creo que es una de las personas más difíciles con las que he trabajado pero el resultado es formidable así que merece la pena».

Polanski también cuenta como el chihuahua de Françoise casi pone en jaque a la película. Casi al final del rodaje, Dorléac le había dicho al director que tenía que ir a París a una cita con su dentista, pasó tres días allí y tenía que volver lo antes posible. Entonces descubrió que había traído con ella a su chihuahua. «Era un animal horrible, casi sin pelo y pequeño, que ladraba todo el tiempo y mordía. Lo había introducido de contrabando en Inglaterra dentro de su bolso de mano, contraviniendo las normas de los 6 meses de cuarentena. En la aduana descubrieron al perro y menos mal que Gene Gutowski , el productor, en ese momento estaba en Londres. Fue rápidamente al aeropuerto, no sé qué tipo de negociación o qué tipo de conocimiento tuvo para librarse de la multa y devolver el perro a no se quién en París». El adorado chihuahua de Françoise se llamaba Jadérane– pero cariñosamente le llamaba «Ma belle bête» (traducido como «mi bella bestia»)– y siempre que se lo permitían acompañaba a su dueña, en entrevistas, rodajes y sesiones de fotos. También tenía un caniche negro que se llamaba Jupiter.
El director de cine confesó que Françoise y Catherine eran muy diferentes, «Catherine es firme e incorruptible y Françoise era mucho más errática, un poco ‘loquita’. Era bastante frenética con ciertas cosas, como su relación con los animales. Se vengaba de los gallos que saltaban sobre las gallinas. Les perseguía con una escoba. Ella era feminista hasta cuando se trataba de gallinas» decía entre risas.
Una pasión compartida
Catherine Deneuve admitió que si su hermana no se hubiera formado en el séptimo arte, ella nunca habría iniciado su carrera en la actuación. «Mi hermana era dieciocho meses mayor que yo , pero era mucho más decidida y sabía mucho más lo que quería hacer » dijo Deneuve en una entrevista de 1978. Françoise consiguió un papel en Les portes claquent (1960), «necesitaba una hermana y el productor me preguntó si conocía a alguien que se pareciera a mí. Dije: ‘Sí, tengo una hermana que se parece mucho a mí'» comentó con alegría Dorléac en una entrevista compartida por el INA en 2019.
También actuaron en La Chasse à l’homme (traducido como La Caza del hombre) (1964), una comedia coral francesa. Tiene una estructura episódica, con varios segmentos que siguen a diferentes hombres en su intento de casarse, y a las mujeres que encuentran en ese camino. Cada historia es una pequeña sátira del amor, el matrimonio, el deseo y la masculinidad. Aunque las hermanas aparecen en la misma película, no comparten casi escena. Sus historias están entrelazadas dentro del conjunto coral, pero no giran en torno a una relación entre sus personajes. Sin embargo, en Les Demoiselles de Rochefort (1967) de Jaques Demy, compartieron pantalla de forma protagónica– Damien Chazelle, el director de La la land (2016) se inspiró en este musical para realizar la película–. Es un homenaje de Demy a los grandes musicales de Hollywood, especialmente a los de Gene Kelly , quien actúa en la película y baila con Françoise Dorléac . Destaca por sus colores vivos y la música compuesta por el legendario Michel Legrand. La película narra la historia de Delphine y Solange Garnier, dos hermanas gemelas que viven en la pequeña ciudad de Rochefort y sueñan con escapar a París en busca del amor y la gloria artística. Catherine Deneuve interpreta a Delphine, la hermana rubia, bailarina refinada y soñadora y Françoise Dorléac encarna a Solange, la pelirroja, compositora apasionada y más impulsiva. Demy explota su parecido físico y su química natural para construir un retrato idealizado de la sororidad. Su complicidad en la pantalla es absolutamente magnética: se entienden con miradas, se mueven en perfecta sintonía, y comparten un deseo común de escapar de lo ordinario.
Su forma de congeniar también se reflejaba fuera de la gran pantalla. En una entrevista conjunta les preguntan sobre cómo se llevaron durante el rodaje de Les Demoiselles de Rochefort . Ambas responden que muy buena, «los periodistas estarían muy contentos si les dijésemos que entre nosotras no nos entendemos y les gustaría separarnos. Eso nos daba miedo. Porque creo que cualquier película, por hermosa que sea, no vale una amistad, y Catherine y yo somos amigas… ante todo somos hermanas, pero también somos amigas» señalo Françoise sin titubear. El entrevistador pregunta si los críticos también intentan separarlas y responden ambas al unísono entre risas «no les leeremos así no nos arriesgaremos». Incluso, llega a preguntarles si sienten celos la una de la otra, ambas lo niegan. Deneuve nunca ocultó la admiración por la soltura y espontaneidad de Françoise; Dorléac, por su parte, respetaba el magnetismo silencioso y el aplomo de Catherine. Se sentían diferentes, sí, pero nunca amenazadas por el talento ajeno. Eran el ying y el yang; dos fuerzas opuestas pero complementarias que se interrelacionan en el universo.
Pero, si son hermanas ¿por qué Catherine se apellida de otra manera? Cuando empezó en el cine, decidió adoptar el apellido de soltera de su madre y se convirtió en Catherine Deneuve. «Mi hermana ya era actriz. Si no, habría conservado mi apellido», declaró la actriz a la revista Psychologies en 2011. «Fue mi madre quien lo sugirió. Porque, para la primera película que hicimos juntas dijo: ‘No podemos decir Dorléac y Dorléac’ «, explicó Catherine Deneuve a Pierre Lescure – fueron pareja durante casi diez años, de 1983 a 1991 – en el programa Beau Geste de France 2, hace dos años. Sin embargo, hoy no oculta su arrepentimiento por esta elección y hubiera preferido conservar el apellido de su padre. «No me gusta mucho Deneuve. Tiene demasiadas «E», no es redondo, no es… No sé. Quizá me arrepienta un poco de no haberlo retomado» le confesó a Lescure.
Sus amores
Una noche de diciembre de 1960, Françoise Dorléac y Catherine Deneuve decidieron salir juntas a una discoteca parisina: el Épi Club,en Montparnasse. Allí conocieron a dos hombres que les robarían el corazón. En 2004, en el programa À voix nue, emitido por France Culture, Deneuve habló sobre esta noche con su hermana mayor : «Ella bailaba, y yo fumaba y bebía un poco. No mucho, pero bebí un poco. Hablaba, fumaba» . Fue en este club donde la actriz conoció a Roger Vadim .» Así fue como conocí al padre de mi hijo, en una discoteca, hablando, no bailando. Eso era lo que me gustaba de las discotecas «, dice – Ella tenía 17 años y él 33, Françoise, desaprobó su relación. Aún así de esta unión nació Christian Vadim en 1963. Un año después, la pareja se separó–. En esa misma discoteca, Françoise también se deja seducir por un hombre, Jean-Pierre Cassel, también actor – el padre de Vincent Cassel– con el que compartiría pantalla en 2 películas. En 1961, ambos protagonizaron Arsène Lupin vs. Arsène Lupin y al año siguiente formaron parte del reparto de La Gamberge de Norbert Carbonnaux. «Interpreto al joven enamorado, con todos los retos que eso conlleva «, dice el actor sobre su papel en la película, en una secuencia de 1961 desenterrada por el INA. Evoca su encuentro con el personaje interpretado por Françoise Dorléac: » La conozco, me enamoro instantáneamente, intento tenerla y es muy difícil de conquistar «, subraya. » Está en el guión «, dice con cierta picardía el periodista que entrevista al dúo de actores. Pero entre ficción y realidad, la línea a veces es muy fina…En su autobiografía publicada en 2004, el actor dijo que Françoise fue su » amor de juventud».

Más tarde, Françoise tuvo un romance con el director François Truffaut durante el rodaje de La piel suave . Al principio, las cosas no parecen nada prometedoras: «conocí a Truffaut y me di cuenta de lo bueno que sería hacer una película con él. El problema fue que me cayó mal nada más verle y él no tardó en decirme lo mismo. De hecho, le resultaba insoportable. Pasamos juntos unos meses tensos antes de darnos cuenta de que nuestras primeras impresiones eran erróneas y encontrar el principio de un descubrimiento mutuo». La historia de la película tiene un profundo significado personal para Truffaut, cuyo matrimonio se estaba rompiendo y se había embarcado en una aventura con Françoise. Posteriormente, ambos mantuvieron una estrecha amistad. «Cada vez que le escribía, ponía en el sobre ‘Mademoiselle Framboise(Frambuesa) Dorléac’ para asegurarme de que leería mi carta con una sonrisa» confesó Truffaut.

Françoise Dorléac mantuvo un romance con el actor Guy Bedos durante el rodaje de Ce soir ou jamais (1961), de Michel Deville. En una entrevista con Libération , Bedos habló de su romance con la actriz: » Tenía una novia, Françoise Dorléac. Desde su muerte, ya no puedo pasar por delante del Louvre sin verla «.Tras estar casado con la actriz y escritora Karen Blanguernon, con quien tuvo una hija llamada Leslie en 1957, Bedos se enamoró a primera vista de Françoise, su compañera de pantalla.
El legado de Françoise
Françoise Dorléac fue una mujer que vivió con una libertad poco común, ajena a las convenciones y sin interés en agradar o escandalizar. Su forma de estar en el mundo, como recuerda su hermana Catherine Deneuve, era la de alguien que no sentía la necesidad de rendir cuentas a nadie. Su muerte, en 1967, no solo dejó un vacío en el cine francés, sino también en la vida de quienes la amaron y la admiraron. Catherine Deneuve, le guardó luto de silencio durante tres décadas. En 1996 publicó un libro homenaje a su figura, Elle s’appelait Françoise… (Canal + Éditions) (1996), escrito por Deneuve y Patrick Modiano – un joven novelista que también había perdido a su hermano en 1957- donde la actriz confesó que hablar de la muerte de su hermana era «aceptar lo inaceptable». «Teníamos una intimidad muy grande pero, al mismo tiempo, no nos gustaba la misma gente. No teníamos los mismos amigos ni nos gustaban los mismos hombres. Esto era perfecto ya que evitamos la rivalidad amorosa que habría podido existir entre nosotras, que éramos casi de la misma edad. La verdad es que parecíamos el día y la noche. Parece una locura pero, en el fondo, el hecho de ser muy diferentes nos acercó en lugar de separarnos. La pérdida de Françoise es la tragedia más grande de mi vida».
Hace siete años, Deneuve volvió a hablar de esta trágica pérdida en Madame Figaro : «Su desaparición sigue siendo la gran tragedia de mi vida, es lo más doloroso que he vivido . Admite que finalmente hablar de ella tuvo un efecto positivo: «tengo la impresión de que, desde entonces, mi hermana está muy presente en la actualidad. Hablamos de ella, la conocemos, ¡es muy sorprendente! Y no tanto, la verdad: no puede estar pasada de moda; basta con ver sus entrevistas o sus películas. Su forma de peinarse, de vestirse, de vivir, su extravagancia la convierten en una mujer muy contemporánea».
En 2013, la ciudad de Rochefort rindió homenaje a Françoise Dorléac renombrando la plaza situada frente a su estación de tren como Place Françoise-Dorléac. Este gesto, cargado de simbolismo, no fue solo un tributo a su carrera como actriz, sino también un reconocimiento al papel que desempeñó en la historia cinematográfica de la ciudad. Fue en esta comuna francesa de la Nueva Aquitania donde, junto a su hermana Catherine Deneuve, rodó Les Demoiselles de Rochefort (1967), la película que la eternizó en la memoria colectiva.
El reciente libro, Framboise: Quelques hypothèses sur Françoise Dorléac (2024) del periodista Aurélien Ferenczi ofrece una mirada íntima y reflexiva sobre la vida de la actriz, más allá de su imagen pública. A través de recuerdos, archivos y entrevistas, Ferenczi reconstruye no solo su trayectoria cinematográfica, sino también sus contradicciones, su humor, sus pasiones y su singular forma de estar en el mundo. En lugar de encasillarla como “la hermana de Deneuve” o “la estrella truncada”, Ferenczi la presenta como una figura radicalmente moderna, cuya intensidad vital, ironía y estilo la mantienen vigente.
El legado de Françoise Dorléac sigue vivo, en su hermana, en todos los que la conocieron y en su pasión: el cine. Su historia no es solo la de una actriz desaparecida prematuramente, sino la de una mujer cuya intensidad dejó una marca imborrable. Como una estrella fugaz que cruza el cielo solo por un instante, Françoise Dorléac brilló breve… pero para siempre.
«Françoise, realmente se fue como una promesa, una promesa que no tuvo tiempo de cumplirse. Creo que la emoción que aún sentimos por ella se debe en gran medida a que estaba a punto de florecer, a que se acercaba a lo que realmente llegaría a ser, y que nadie es capaz de imaginar». – Catherine Deneuve en Elle s’appelait Françoise (1996).
